31 de diciembre de 2010

Imagen 1 - Bogotá recordó mi cumpleaños


Muy amablemente los señores del distrito aprovecharon la fecha de mi cumpleaños para romper más la ciudad y seguir descarada y cínicamente haciéndonos la vida miserable a los usuarios de transporte público. GRACIAS! les deseo la misma felicidad en la misma cantidad!

5 de noviembre de 2010

Poema 2

Quiero que me ames con ternura,
Que me ames con pasión,
Con intensidad, con lujuria,

Que me ames con todos tus sentidos,
con una buena parte de tus pensamientos,
Que me ames con caricias
Y con gotas de sudor;
Con pimienta y con azúcar,
Con luz y con penumbra.

A veces necesitaré que me ames con paciencia,
Y otras veces estará bien que me ames con rabia,

Quiero que me ames
Para regar mis raíces en tus venas
Y enredarme en las fibras de tu alma,

Quiero que me ames
Porque aunque un día no tenga ya tus besos
Viviré un poco en tus labios,
Porque aunque ya no tenga tus brazos
Podrás buscarme en los recuerdos de tu tacto.

Y así un día te traicionará la mala memoria
Y encontrarás mi cabello castaño enredado en la luz de los jazmines,
Mis ojos sonriendo en la lluvia,
Y mis caricias en todo lo que ves cuando cierras los ojos.




16 de septiembre de 2010

Cuento 13



Él había recorrido las calles desde pequeño una y otra vez hasta que fue capaz de conocerlas todas a tacto por sus andenes rotos, por los muros fuera de lugar, por el musgo que suele crecer en algunas esquinas, por el ruido de los niños - presente o ausente, según la hora- cuando había colegios cerca. Reconocía también los aromas a hierbas, a pan recién hecho, a cuero o a flores, y con esto podía ir de un lado a otro sin necesidad de uno de sus cinco sentidos. Y así, a punta de memoria iba a la pastelería y sabía dónde estaban los panes más frescos, se sentaba en la banca del parque a tomar el sol al lado de los rosales y podía escoger por su piel los mejores limones en la esquina de su cuadra para exprimirlos en el pescado que algunas veces se preparaba de almuerzo.

***

Aunque era consciente de su limitación y de que el mundo no estaba diseñado siquiera para tratar con dignidad a los miopes, se sentía relativamente libre e independiente gracias a las aptitudes desarrolladas por entrenar así sus recuerdos.

***

Una mañana de fin de semana percibió que una construcción a unas cuadras de su casa había dejado de hacer ruido y dejar empolvados los andenes, las avenidas y el viento entero, y se acercó a conocerla. Se encontró una puerta de vidrio cerrada y la recorrió con los dedos hasta que encontró un anuncio repujado del horario del lugar. Abriría en unas horas. Era un museo de arte.

***

Mientras exploraba la nueva cuadra descubrió unos pequeños prados impregnados por un olor a tierra húmeda recién sembrada. Con pasos más lentos buscó en su memoria la última vez que había entrado en un museo. Lo recordó como un lugar de espacios amplios, lleno de vitrinas de vidrio intocables cuyo contenido era descrito por un guía. Como era natural, cuando había ido la primera vez no tenía idea de lo que había allí, pues nunca había tocado ni mucho menos usado, por ejemplo, una espada, de tal manera que ese día vivió una mezcla de las memorias que tenía del tacto, el peso y el olor de algunos materiales con la imaginación que le había permitido describir el mundo que lo rodeaba. Pero nunca había entrado a un museo de arte.

***

Se tomó un café con algo de ansiedad para terminar de matar el tiempo mientras abrían el museo, pero ¿qué era arte? Para él, arte era la forma de expresarse de los humanos, y lo definió así para no limitarlo, pues tenía entendido que era de las cosas más maravillosas creadas por el hombre, entonces para él todo lo hermoso que fuera creación humana era arte, aunque su fabricación o hechura no tuviera esa vocación al principio. Así, para él eran arte el aroma de los pasteles, las imperfecciones de las rejas, el desorden de los ladrillos, las hendiduras en los andenes, el sonido del agua corriendo por la loza que se estaba lavando, entre muchas otras cosas. Todo ello le daba la sensación de que el mundo se había acordado de él y lo puso en su camino para que fuera capaz de percibirlo. Los cuadros jamás le decían nada. Su relieve era inexacto y desistió de tratar de entenderlos.

***

Escuchó las campanas de la iglesia y dedujo que ya era hora. Con prisa se levantó, pagó la cuenta con cambio exacto de monedas y se acercó a la puerta del museo, que ya estaba abierta. Esperando una respuesta saludó en tono cordial, y le respondió una voz femenina.

***

- Buenas tardes señor, el museo ya está abierto al público pero el día de hoy no hay guías disponibles. Si así lo desea puede entrar a la sala de esculturas que está especialmente diseñada para personas como usted, pues se les permite tocarlas y todos los nombres están repujados.

***

Le pidió a la joven que lo acompañara a la sala que le acababa de ofrecer, y cuando llegó se quedó unos instantes parado en la puerta que olía al lacado de la madera que a veces se mezclaba con el aroma que despedía la pintura ya seca. Comenzó su recorrido por la derecha, y lo primero con lo que se encontró su bastón fue con un pedestal de piedra que estaba frío, pero bastante pulido en su fabricación. Encontró tallados los datos de la obra de un autor cuyo nombre era relativamente legible pero impronunciable: "EUFORIA. Materiales: Mármol". Subiendo con las manos encontró algunas grietas y luego unas ondulaciones en una especie de tronco, que luego se convertía en unas ramas lisas al tacto pero en realidad terminaban en curva. Había algunas coronadas con unas esferas de diferentes tamaños. Ciertamente la euforia era una cosa desordenada, pero con frecuencia explotaba para arriba.

***

Continuando su camino, se encontró con un labrado en el piso. Parecía una figura humana, de líneas simples. Se agachó a leer el nombre en el piso. "HOMBRE SENTADO. Material: Cedro tallado." Con el tacto lo buscó y caminó en cuclillas recorriendo el marco de la obra. Era relativamente grande, pero no tenía muchos detalles. Cuando empezó a palpar la obra en sí, se dio cuenta de que efectivamente así se debería ver un hombre sentado, y con los ojos cerrados, aunque la cabeza era evidentemente más grande de lo normal. Cosas de artistas.

***

Se levantó del suelo y continuó el recorrido hacia la derecha. Por el camino se encontró una escultura de bronce de una mujer gorda recostada en el pedestal, un bodegón de frutas gigantesco de yeso empotrado en la pared, y unos paisajes bastante creativos del mar y las montañas. Se había entusiasmado con el museo.

***

Al final del recorrido había un pedestal como muchos otros y tenía el nombre del artista primero. Era, como la mayoría de los demás, absolutamente impronunciable, pero no le importó, y buscó abajo el título. Decía "COLORES. Materiales: Varios" ... ¿Colores?

***

- Debe haber ocurrido una equivocación - pensó.

***

¿Colores?... ¿Cómo "colores"? Nadie en sus condiciones sabría de colores, e incluso sabía más de espíritus y almas del más allá porque él, igual que el resto del mundo, no los había visto jamás. Pero los colores eran un concepto mucho más etéreo y confuso que cualquier cosa, si ni siquiera entendía bien lo que era la luz, salvo cuando los bombillos le calentaban un poco las manos. ¿Cómo se sentirían los niños con un sentido ausente como él cuando llegaran a esa obra? Frustrados. Igual que él. Y tristes, como él, y como no le ocurría hacía mucho tiempo desde que se resignó al tacto y a la imaginación.

***

- Colores.... - se decía en voz baja mientras salía furioso por el mismo corredor por el que entró. Bajó las escaleras con mal gesto y cuando tocó la piedra de la puerta de la entrada sintió que su taquicardia había disminuido y pudo respirar más despacio. En ese instante ocurrió lo mismo que lo había metido en un par de problemas, pero le había ayudado a percibir el mundo diferente e incluso a ganar algo más de independencia: Le asaltó la curiosidad.

***

-... ¿colores?- Se preguntaba mientras giraba hacia atrás. Se dejó llevar por pasos lentos hasta el lugar de donde había salido. Caminó hacia la izquierda y cuando encontró el pedestal que creía que era el que buscaba, con sus dedos palpó el nombre de la obra en el pedestal. "COLORES". Efectivamente allí estaba. Era más grande de lo que él pensaba y arriba en el pedestal decía "Azul" y había una pila de agua. Cosa extraña. Había una flecha que señalaba la pared y se encontró con algunas sorpresas. Donde decía "Rojo" eran unos pétalos pegados, y estaba al lado de un signo de adición, seguido de una textura lisa y tibia, como la luz del sol, y decía "amarillo". Siguió las flechas, y había algo que se sentía como la cáscara de las naranjas.

***
Dejó el bastón a un lado y abajo encontró "Café" tallado como en la corteza de un árbol sin lijar, que despedía un olor a lo que se bebía al desayuno con el mismo nombre. Empezó a tocar en desorden. "Verde", que estaba arriba y abajo del café se sentía como el pasto del parque que quedaba frente a su casa y olía igual. El negro era frío y algo rugoso, y la verdad se parecía a la llanta de un carro. El Blanco se sentía como sus cobijas. El morado estaba al lado de la adición de azul y de rojo en el suelo, y era como un tapete de caucho, pero despedía un olor a uvas cuando lo movía. El plateado y el dorado estaban en los bordes y eran metálicos, pero el dorado tenía un trabajo más delicado.

***

Empezó a tocarlos y a olerlos una y otra vez, en orden y en desorden, con algunos dedos a veces, otras veces con todos. Se olvidó de la poca rabia que le quedaba. Luego, se centró en algunos que desde pequeño lo intrigaban más, y volvía a buscarlos todos de izquierda a derecha o de arriba a abajo, y se olvidó de que jamás los había visto. La euforia, tal como en la primera obra, se regó en desorden por todo su existencia, empapando con su sangre de emoción hasta la última célula de su cuerpo. Los tocó de nuevo con la mano izquierda y luego con la derecha, y se sintió un poco más libre de la sensación de no haberlos visto jamás mientras su corazón bombeaba sangre a toda velocidad a sus extremidades. Sonrió. Los buscó de nuevo a todos, y cuando los encontró, se regresó a casa y se olvidó de su ceguera.

22 de agosto de 2010

Reflexión 9


Siempre me alegra verte. Espero con la paciencia de la tormenta para volver a encontrarte lejos de los espejismos de los días soleados, y que mis sentidos se impregnen de ti y mi cuerpo se mueva al compás de tus brazos y tu respiración. Las palabras son insuficientes, para variar, pero lo cierto es que te necesito como al pecado. Ya no tengo nada que regalarte. Te has adueñado de todo, y aunque sé que está en buenas manos... no tendría la voluntad para pedirlo de vuelta.

Quédatelo, quédate con todo lo que me rodea y todo lo que soy, quédate con mi presente, quédate con mi vida entera sólo a cambio de que me permitas de vez en cuando escuchar tu voz, impregnarme de tu aroma hasta el hastío y recordarte hasta la siguiente vez en la que me pierda en tus ojos sin camino de regreso.

13 de agosto de 2010

Fragmento 12

"[...]Las manos supieron recorrer el camino, una ruta que no estaba indicada en ninguna parte, pero que llevaba de cualquier forma al mismo destino: saisfacer el deseo previamente aplacado. Pasaron por debajo de la camisa, acariciaron las caderas y por encima del pantalón estrujaron las piernas y los muslos. Su cuerpo pasivo dejó de tener esa connotación y comenzó a moverse, a ayudar a las manos a llegar a otros destinos, a guiar los abrazos mientras que los labios se esmeraban en romper las fronteras de la boca ajena, hasta que como señal de triunfo empezaron a pasearse una y otra vez por la nuca y las orejas, por el cuello, por el pecho, hasta recorrer el recorrido iluminado que habían seguido las yemas de los dedos, las uñas y las manos completas.

La única comunicación que existía entre los dos cuerpos era la tela que los unía y los separaba, y cuando dejó de existir ese puente, las palabras sobraban: todo lo que había que decirse se trazaba con la lengua, con las uñas, con los abrazos en la piel del receptor de la señal, y era esta comunicación más elocuente que los más exquisitos discursos.

Afortunadamente no fue la única vez, y las palabras así empezaron a sobrar durante algunas semanas. Siempre se empezaba con una energía digna de cambiar el rumbo de todas las olas del océano, pero terminaba con un satisfactorio cansancio, aderezado con abrazos, con caricias, con besos en la frente y algunas siestas, para luego beber algo y empezar a cocinar.

No sólo disfrutaba este tipo de menesteres con ella. No. Es cierto, la necesitaba como al pecado, pero la necesitaba tanto para pecar, como para comer, para dormir, para vivir. Comencé a entender sus ojos, sus manos entrelazadas, cruzadas, cerradas en un puño o en sus bolsillos. Comencé a vivir un poco su vida, estar pendiente de sus horarios, y sí, comencé una lista inerminable de cosas, pero la consecuencia era la misma: la había empezado a necesitar, ella se acomodó en los ventrículos de mi corazón para habitarlos, al principio, y se hizo indispensable con el tiempo para que él funcionara de la manera correcta.

Ya no lo podía evitar. Le había entregado mi alma a sus pestañas, a sus ojos marrones y a sus dulces palabras, expresas o tácitas, y no estaba en capacidad de pedirla de vuelta, pues aunque me encontraba en un estado peligrosamente alto de vulnerabilidad, me sentía cómodo con mi existencia en sus manos, como si ya no fuera mi problema. [...]"

5 de agosto de 2010

Reflexión 8- Publicación extemporánea del regalo de no- cumpleaños del consentido mío

Estoy un poco corta de $ en este momento, pero no iba a olvidar fecha tan importante! En fin, el día de hoy mi corazón (en sentido figurado, en sentido literal no podría yo hacerlo, no al menos en vida) es lo único que te puedo dar en este especial evento. Tiene algunos remiendos y un par de replanteamientos en el plano inicial, modificaciones que no sólo han sido necesarias, sino que también han sido afortunadas para que haya sido posible que lo hayas hecho crecer lo suficiente para que te puedas refugiar en él cada vez que lo desees. Con el tiempo te vas a acostumbrar a que su suave latido te arrulle, y no es suave porque no me emocione verte, sino porque durante el tiempo que que has estado a mi lado le has ido regalando algunas tranquilidades y alegrías pacíficas, sin que ello implique necesariamente que seas incapaz de hacerlo saltar de manera agitada y estruendosa estimulando los sentidos de la manera correcta o haciendo sonreír mi alma.

13 de julio de 2010

Para el consentido del blog- Parte 2

Lo mismo que yo- Bacilos



"Dime lo que sientes- Dímelo otra vez- Déjame escucharte- Déjame creer- Hasta dónde llega- Hasta dónde va- Dime que es muy fuerte y que nos va a durar- Dime que aunque a veces cuestan tanto las palabras- Dime que me llevas en la mente y en las ganas- Dime que va más allá de una adicción de la piel, del corazón- Dime lo que sientes- Dímelo otra vez -*-*- Habla con los ojos- Habla con la piel- Habla con las manos- Ponlo en un papel- Dime lo que sientes cuando yo me voy- Dime cómo duermes cuando yo no estoy- Dime que aunque a veces cuestan tanto las palabras- Dime que me llevas en la mente y en las ganas- Dime que encontraste todo lo que un día buscabas- Dime que tú sientes lo mismo que yo- Lo mismo que yo.... "

8 de julio de 2010

Reflexión 7


No sé cómo empezar porque... porque no tenemos un inicio claro, y muy a pesar de mi fijación con el orden y el origen de las cosas, esta vez, como muy pocas otras, no me importa. Todo parece indicar que mi blog tiene un nuevo consentido, y debes estar orgulloso, pues los demás protagonistas vinieron a caer aquí porque no tenía yo otra forma decente de descargar la tristeza, la zozobra, la ira, o todas al tiempo que dejaron al irse, al quedarse o al cerrar alguna puerta. Esto es diferente, y es la consecuencia de que no se me ocurre ninguna otra forma de descargar mi euforia. O se me ocurre, pero con el paso de los años este portal de desahogo ha ido adquiriendo una connotación especial, tanto que se me han ido olvidando otras formas que solían existir antes de que esta fuera posible y le hubiera adquirido tanta práctica.
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Para que lo comprendas mejor, vale la pena que sepas que soy inexpresiva, al principio por voluntad, luego, cuando ya no me sentía vulnerable, así quedé por costumbre y por una especie de seguridad que me brinda ser así. Desafortunadamente no discrimino personas ni contextos, y para expresarme de alguna manera sólo me quedan las letras y algunas miradas que con algo de suerte aprenderás a leer, y yo a hacerlas más claras.

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Lo que hay que contar hoy, como algo aleatorio pero que debe salir a la luz, es que durante mi insomnio anoche te pensé cuando algún átomo pasajero entró a mi nariz y me recordó tu aroma al mover las sábanas de mi cama. No es que no te piense cuando duermo bien, ni mucho menos. Sólo que esa partícula de aire que me hizo evocarte recrudeció tu ausencia. Iniciaste un viaje corto, no muy lejos, y la verdad no estaba en los planes vernos a esa hora ni ese día, pero ya te extrañaba. Mi reacción inicial fue reprocharme el hecho de haberme aferrado a tí en tan poco tiempo, como si estuviera dentro del alcance de la voluntad humana decidir a qué aferrarse y a qué no, y en especial como si fuera mi voluntad alejarme.
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No me culpes, el hecho de que las cosas hayan funcionado bien de una manera tan rápida y a la vez tan espontánea no deja de perturbarme, y no porque no tenga fe en que puedan seguir así, pues mal haría yo en negar que en este momento creo en tí más que en los pronósticos del clima que dicen que va a nevar en el invierno, sino porque no solía ser así. No era común que a alguien le pareciera yo preciosa con la ropa descomplicada de nuestra primera cita, con el vestido negro largo, con la que me protegería contra las inclemencias del clima de Rock al Parque, con la que escogí para su grado y con la de todos los días. Tampoco era común que de una forma tan simple, o incluso sin un método, decidiera yo mostrarme tal y como soy. Lo más sorprendente de todo es que con los abrazos que siempre están en tus planes me despojo de las reflexiones y de los temores para dejarme llevar como las hojas secas por los remolinos de viento.
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Eso no lo sabes, pero si tuvieras la oportunidad de comparar te darías cuenta de que detrás de la amabilidad y algún humor espontáneo soy hermética, y no te lo digo para que te sientas afortunado, sino más bien para que sepas así por qué me siento yo afortunada de haberte conoocido y poder decir todo esto hoy.
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No tengo cómo saber si esto va a durar para siempre, no es posible dentro de mis capacidades, sólo... cuento las horas para que regreses, y eso es todo lo que tengo en mente.

25 de junio de 2010

Reflexión 6- De lo que me hace feliz



Bueno, por lo que hayan leído quienesquiera que hayan llegado a este portal, podrían pensar que soy una mujer triste y melancólica. No es cierto, simplemente cuando estoy en ese estado escribo, pues no es socialmente censurable descargar euforia en cualquier momento o lugar (guardadas las proporciones), mientras que desahogar rabia o tristeza se asume como una debilidad por lo que más o menos he entendido. Pues bien, afortunadamente mi blog me lo perdona todo, pero de todas formas a continuación publicaré una lista no- exhaustiva y no- ordenada de las cosas que me hacen feliz:

Dormir* El sol* Mis gafas de sol* La lluvia * Las fotos de la selección italiana con D&G* La risa propia y ajena* Ensayar una receta nueva* Que esa receta sea un éxito* The cure* Que las maromas de gimnasia salgan bien* Mis piernas* Mis faldas * Mi carrera* Keane y su vocalista Tom Chaplin* Las notas de "3" con sabor a "5"* Mis ojos color aguadepanela con limón* Mis tacones rojos* Mis tenis* La lámpara para leer al lado de mi cama* Los cuentos cortos* Las sorpresas felices que recibo* Las sorpresas felices que me esmero en dar* Las ventanas con vista a la calle* Mi pasado reciente en el paraíso* Los dulces espontáneos* El olor del pasto húmedo* El tacto del pasto seco* Sus atenciones y cuidados* Mi torpeza cuando no es nefasta* El merengón de fresa o melocotón que venden frente a las iglesias* El olor a pan recién hecho* Los días feriados* BLOGSPOT!* El desayuno en la cama* Las manualidades que salen bien* Los recuerdos que estimulan los sentidos* Sus brazos (presentes)* La razón cuando da frutos* La emoción a secas* El labial rojo* Los girasoles* Las preguntas que sé reponder* Las preguntas que no tienen respuesta (algunas)* La certeza* La duda* Mi pelo - más - oscuro* Las fresas rojas* Las ciruelas* Las manzanas* Sus brazos (ausentes)* El primer y el último día de clases* Barajar los naipes* La gelatina* Las vacaciones* Las galeías artesanales* Los perros calientes de establecimiento comercial portátil y de tracción humana* El chocolate blanco* Su aroma* Encontra billetes, notas o monedas en ropa que no uso hace tiempo* Montar en bicicleta* Mi nombre* Las prendas de vestir con cirugía (ilusiones ópticas puras)* Mis alas* El control remoto de la tele* Los ascensores* El buen cine* Los gramos que abandonan mi silueta* Las esperanzas* Mi perfume* Los aretes largos* Los sermones cortos* Ver a la mujer más hermosa del mundo en el espejo (a veces pasa)* Ver a la mujer más feliz del mundo en el espejo* Su ausencia* La pestañina* Mi aliento en la niebla* Los viajes por carretera* La vendetta, en especial cuando ocurre sin que tenga yo que mover un solo dedo* Las materias y profesores que NO voy a volver a ver* El deseo* Bailar* El pelo recogido* El pelo suelto* Cuando el agua llega a la sed* Las bienvenidas* Su mirada* Las saltinas* Las sillas libres en Transmilenio* Dormir en sus brazos* Mi MP3* Los desahogos con %$&#! * Los juegos de mesa* Las impresoras que obedecen ...

22 de junio de 2010

Cuento 12


En vista de que decidiste no salvarme de tu olvido, decidí recrearte, omitiendo, como era natural, algunos de tus defectos para que el resultado final se pareciera a lo que mis miopes sentidos ven en tí y tu ya ausente existencia.

Soy diestra, de tal forma que el lienzo fue mi mano izquierda, no por retenerte, no porque fueras mío, ni siquiera por sentirte así, pues no se puede encerrar algo que no se tiene, ni engañarse de semejante forma ha sido bueno jamás. la razón es más simple, quería poder llevarte a todas partes y verte fácilmente sin tener que buscarte en entre el desorden de mi maleta, de mis bolsillos y de mi memoria.

Me pareció prudente comenzar por tus pies, no sólo en contraposición al desorden que suele caracterizar nuestra forma de hacer las cosas, sino porque me gustaba de vez en cuando pensar que estaban en la tierra y por eso adoré tu forma de ver la vida, o que no lo estaban, y así se acercaban a los míos y por eso eras tan feliz conmigo. Fue relativamente fácil, pues tus zapatos como los míos andaban algo cubiertos de las consecuencias de andar a pie en el centro de la ciudad y la fe en la posibilidad de llegar lejos de ese modo, así que fue tomar algo de un lugar y ponerlo en el otro, en una miniatura que sólo yo entendería.

Siguiendo el orden de una forma estricta, seguían tus piernas. Objetivamente hablando son largas y no son delgadas del todo, pero les guardo un especial cariño porque apoyadas en tus pies llevaban el resto del peso de tu cuerpo a algún lugar cerca a donde yo estaba, y las sentía cerca a las mías cuando me abrazabas; y bueno, guardadas las proporciones, tus pantalones podrían llegar a ser similares a los míos, sólo algunos, pero me gusta la idea de tener eso en común aunque estemos ya tan lejos y simplemente sean dos versiones de lo mismo. Afortunadamente mi jean ese día tenía algunos hilos sueltos que se dejaron dar forma, y los puse encima de tus pies en el lienzo, porque las botas de tus pantalones eran lo suficientemente largas para que yo muy raras veces pudiera ver tus medias.

Tu torso... mal haría yo en negar que tenía algunos gramos de más de reservas, pero tampoco podría negar que los adoraba casi como al resto de tí, pues si no existieran te hubiera sido imposible envolverme casi completamente cuando me abrazabas o curarme el frío cuando me permitías recostarme al lado de tu corazón. Afortunadamente ese día tenía uno de los sacos que me conociste y te sentiste libre de abrazarme cuando lo tenía puesto. No tenía ya tu aroma, como era natural después de dos lavadas, pero de alguna manera me recordaba esos instantes, así que con algunas motas dibujé en la palma de mi mano izquierda tu torso y parte de tus brazos.

Como había empezado con los brazos, era más que necesario terminar las manos. Me robaron un suspiro cuando las quise dibujar, pues no tenía nada representaivo que poner ahí, y pues para ser franca había aplicado la técnica del "collage" porque no sé dibujar muy bien - con ninguna de las dos manos- y tuve que resignarme a dejarlas en mi imaginación para efectos de la obra de arte. Las recordé por unos segundos, y pasé mis manos por los lugares que las tuyas habían recorrido. Mi cintura, mi cuello y mi rostro ardían un poco, pues su piel echaba de menos tus caricias, y todo parecía indicar que la herida no había cicatrizado.

Para tu rostro tampoco tenía nada que ofrecer al lienzo, pero pasé saliva - saliva vacía pero con buena memoria- una o dos veces para que mi sangre la llevara hasta la palma de mi mano izquierda al lugar donde debería ir tu boca, y fue sencillo dibujar tu pelo desordenado con un esfero negro y el brillo de tus ojos oscuros con dos astillitas de cristal, que se enterraron tus ojos, y seguramente era esa la parte más fiel a la realidad, pues ni mi consciente ni mi subconsciente han podido desenterrar tu mirada de mi alma desde que entró por mis pupilas.

Me miré la mano una y otra vez, en diferentes ángulos, con la luz del sol y la luz de la lámpara, y no te extrañaba menos. Despegué las piezas con cuidado, las puse en un papel, lo guardé en la billetera, y seguí mi camino con la meta ausente, con una mínima tranquilidad de haber intentado mejorar la situación.

12 de mayo de 2010

Reflexión 5 - Regalo extemporáneo de cumpleaños de Pado


La razón nos hace menos animales, pero jamás nos hace menos humanos. Aunque la razón de vez en cuando puede proveernos alguna felicidad, ella sería imposible sin la exquisita brisa que nos da alas y nos arrastra sin que tengamos siquiera la intención de resistirnos a cambiar de camino, a besar, a hablar o a callar.

La vida es absolutamente vacía sin impulsos, por eso hemos aprendido a ejecutar lo que ellos nos indican de una forma sobria y discreta, y por eso de vez en cuando implosionamos y simplemente nos limitamos a VIVIR esos instantes, a caer en la tentación a cambio de la libertad. E.P.

27 de abril de 2010

Reflexión 4


Siempre me alegra escuchar tu voz, ¿sabes? cuando eso ocurre quisiera ponerme un tapón de almíbar y miel en las orejas para que tus palabras nunca salgan de allí, y se paseen errantes por mis recuerdos y tomen su lugar de vez en cuando., ese es el reflejo obvio cuando veo tu número en el identificador de llamadas, seguido, como es natural, de una sonrisa que se mantiene hasta que tú o yo colgamos, independientemente de lo que hablemos.

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También me gusta hablar contigo, por cierto te encuentro sabio porque me comprendes, y no es que me considere muy compleja, es sólo que eso te hace aún más único de lo que ya eres, como si fuera semejante cosa posible para un humano.

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Me gusta saber que de algún modo que desconozco me correspondes, eso me genera una extraña emoción que desemboca inevitablemente en un espejismo en mis pupilas, como si todos los astros se hubieran reunido en ellas para brillar con más fuerza y mi infancia regresara de mi memoria para aflorar en mi sonrisa.

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La luz no se ha acabado, la alimentas todo el tiempo con tu existencia y me regalas implosiones exquisitas de dulces y serpentinas cada vez que apareces. Espero que mi timidez, mi torpeza y mis enormes pestañas te permitan verla, pero en especial espero que no la dejes apagar y te pases a vivir a alguno de mis ventrículos, me empapes navegando en mi sangre y embellezcas desde dentro de mis párpados el mundo que me rodea como lo vienes haciendo desde antes de pasarte a vivir dentro de mí.

4 de abril de 2010

Carta a Guille

Querido Guille:
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Es paradójico que termine expresando las cosas en una carta, si después de todo tú eras de los pocos que me entendía antes de que mis palabras fueran elocuentes y bien escogidas. Ya no es así, los insuficientes años de vida que tengo me han enseñado a describir las emociones, a identificarlas en un diccionario y así decir lo que siento, bueno o malo, todo esto mucho mucho después de que fueras de las pocas personas que aprendieron a respetar mi silencio.
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También supiste compartir mis alegrías. Te las regalo todas si te sirven de algo, ya sabes que tengo buena memoria y las puedo revivir cuando quiera. Yo también compartí las tuyas, por ejemplo piensa un instante en esos días cuando te volviste arquero. Para nadie es un secreto que no eras muy bueno con el balón, pero lo lograste, en parte gracias a la defensa y a los volantes no te metieron un solo gol ese día :)!, o cuando pasaste español que te tenía en vilo el año en el colegio, aunque tengo un poco de mérito en eso, sería injusto cualquier cobro porque pasamos muy buenas tardes con las reglas de ortografía y las trasnochadas editando ensayos y literalmente reordenando los párrafos. Lo recuerdo bien, igual que recuerdo haberte acompañado esa tarde cuando terminaste con Paula, que estabas tan triste porque la ibas a extrañar tanto y luego te dio euforia de soltero y fuiste a parar con esos bagres.
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Me acuerdo también cuando celebraste mi cambio de colegio, y por compartir mis vacaciones descuidaste un poco el tuyo! Te diría que me has escuchado muchas veces, lo cual puede ser cierto, pero agradezco más que hayas entendido cuando no quería hablar, porque no quería recordar lo que tanto me molestaba, ni mucho menos tener que explicarlo. Ahora ni siquiera encuentro las palabras para describir lo que siento hoy.
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No sé... a estas alturas no somos tan cercanos, y por fin entiendo por qué te alejaste. Siento mucho haberme molestado sin saber tus motivos, si después de todo tu nunca me reprochaste los míos, pero siento más no haberte acompañado y reconfortado en ese tiempo. Yo sé que fue iniciativa tuya, pero siempre voy a tener la idea de que pude hacer algo por tí, escucharte o acompañarte hubiera podido mitigarte dolores, créeme que hubiera hecho cualquier cosa que me pidieras, así estuviera yo triste o así estuviéramos agarrados. Con el tiempo también he ido entendiendo que no soy Dios y no puedo proteger y cuidar a todos aquellos que quiero, ni cambiar el destino, y no tengo por qué mentirte: no me resigno. Conoces los límites de mi terquedad, pudo ser hasta autodestructiva, pero a veces me ha traído cosas buenas.
***
También sabes de mis problemas de franqueza, o más bien, los que me ha traído (siento mucho aquellos que casi te afectan :) pero te divertiste!), y no tengo mucho que decirte aparte de que tengo fe en tu recuperación, y entiendo cuando me dijiste que ya no tenías motivos para hacer algo al respecto, pues bueno, piensa en tus papás, piensa en tu familia, en tus amigos, piensa en que es una oportunidad que te está dando la vida para replantear tus metas y tus prioridades y hacerlo esta vez bien (no digo que lo hayas hecho mal, pero me dijiste que si salías de esta ibas a hacer una cantidad de cosas), piensa que no te puedes negar a tí mismo una oportunidad.
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Yo sé, aunque afortunadamente no lo comprendo en un 100%, que has pasado por muchos dolores de todo tipo por la leucemia, pero hazlos valer la pena, y que esto haya quedado en algún punto del pasado como una de las lecciones más grandes que te haya ofrecido la vida, no de la mejor manera por supuesto, pero sí de una manera efectiva. No puedes rendirte a mitad de camino, no puedes dejar la obra incompleta. Por mi parte, en estas tres semanas he aprendido a replantear mis prioridades, a encontrar más motivos para ser feliz, a aprovechar a las personas que quiero y decirlo siempre que pueda.
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Me entristece mucho que hayamos tenido que caer a este punto para decirte que eres de los regalos más hermosos que ha puesto la vida en mi camino, que te admiro y te respeto por tu inteligencia tan básica y tan lógica que me ha ayudado a ver el mundo de otra forma, que te agradezco por absolutamente todo lo que me has regalado de tu existencia, más de lo que tú creerías, y a lo mejor más de lo que yo misma sé en este momento. Yo sé que fue hace tiempo, pero, una vez más, tengo buena memoria, suficiente para ofrecerte a cambio de eso cualquier cosa que me pidas y que yo te pueda dar, podría, por ejemplo, volverte a encaletar chocolatinas :)! Eso alimenta al corazón! Cumple tu promesa, yo hago mi parte.
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El abrazo más grande que hayas recibido jamás,
Juliana

4 de enero de 2010

Carta 3 - Porque el amor es una costumbre que también se pierde



Hola.

Sobra empezar por decir que nunca vas a leer esto. Sólo lo hago por sentirme comprendida y desahogada. Y no debería importarme, como el hecho de que no te importa que yo te pierda ni que me pierdas, porque ¿qué se supone que haga yo? Se me sale de las manos, no puedo hacer más, no pude hacer más, mis palabras - y en especial mis obras - no fueron suficientes. No tengo más que ofrecerte que lo que te di en todo este tiempo, que a lo mejor fue insuficiente, no sé, pero tú si sabes que fue lo mejor que te podía dar, que a veces te daba más de lo que tenía, que a veces te daba y no dejaba nada para mí. Lo sabes bien, sabes que hubiera estado dispuesta a invertir toda la energía de hasta la última fibra de mi cuerpo a cambio de tu felicidad, porque tu felicidad es la mía, y sí - aunque obré bajo motivaciones totalmente egoístas -, me rindo. No tengo más para dar, no tengo por qué mentirte, aunque lo intenté todo, eres difícil de satisfacer.

No digo imposible, debe haber alguien que te pueda hacer feliz, no fui yo aunque di mis mejores esfuerzos, los cuales, a pesar de todo, no encuentro inútiles. Pienso, y por mucho tiempo lo haré, que lo mereces. Valdría la pena que algún día te preguntaras (cosa que no creo que te desvele) si yo hubiera hecho eso si no te hubiera querido - si no te quisiera - ... Si con el odio que le tengo a madrugar lo hubiera hecho sólo para verte en la mañana y llevarte galguerías para tu día de trabajo, y no contenta con eso, irme entaconada y peinada, cosa nunca antes vista... si hubiera renunciado a tantas cosas que me gustaban sólo porque quería estar contigo (porque creía que querías estar conmigo)... si hubiera relevado mis problemas a un segundo plano porque quería que me encontraras totalmente dispuesta a saber por qué tu día había sido malo (cosa que de vez en cuando te agradezco, mis problemas realmente no eran importantes, me enseñaste a dar prioridad a lo importante y no angustiarme tanto por lo que no puedo resolver)... si me hubiera arreglado, recompuesto de un mal día, dejado de vivir algunas cosas, vivido tu vida sólo para que pudieras ver de la forma más clara posible la alegría que me daba verte y estar contigo, y no te quedara duda de ello. Esperaría que a esas preguntas te respondieras que no lo hubiera hecho si no fuera porque te estaba ofreciendo en bandeja de plata mi corazón y mi vida entera. No tenía otro motivo. Y si pensaras lo contrario, qué poco me conoces.

Lo anterior no te lo digo por recriminártelo. En primer lugar, nunca me obligaste a hacerlo, nunca me obligaste a darte nada, ni a renunciar a nada. Jamás. Por eso a lo mejor todo esto es culpa mía, yo me lo busqué, me puse la cuerda en el cuello y me colgué de algún lado. En segundo lugar, era algo que sinceramente disfrutaba. Tu sonrisa cuando las sorpresas me salían bien valía un millón de dólares, y la mía de recordarlo por horas o días... No sé explicarlo, se sentía hermoso, por decirlo de una manera escueta.

Cuando no me salían bien (con la consabida reacción) nunca pensé que no lo merecieras, pensé que yo debía intentarlo de otra manera. Y a veces fallaba y a veces no, pero lo intentaba una y otra vez, aún a sabiendas de que mis errores iban a tener consecuencias astronómicas comparados con los tuyos. No me importó, y no con esto te digo que eres una mala persona. Todo, absolutamente todo lo que hice, dije y dejé de hacer hasta el último minuto lo hice con la convicción de que eres una persona complicada, es cierto, pero eres una gran persona detrás de tus compliques y tu genio explosivo. Eres un ser realmente dulce, responsable, inteligente, y tantas otras cosas... que yo amo, a lo mejor porque me siento afortunada y orgullosa de haberlas encontrado a pesar de mi miopía y de mí misma... todo lo hice porque encontré en ti a alguien que merece mis esfuerzos, aunque no los veas, aunque no te los diga... y sinceramente valoro los tuyos por estar conmigo. Los vi todos, absolutamente todos.

Siento mucho haberte "torturado" con el cuento de los tipos a los que les gusto. No te lo quería decir primero, porque no quise disparar tus celos; y segundo, porque lo encontraba irrelevante si total sólo tenía ojos para tí. Realmente no me importa que le guste a un número alto, bajo, negativo o incluso decimal de tipos, si total el que me interesa eres tú, y todo esto sólo me indica que te lo he demostrado mal, no te lo he dejado lo suficientemente claro (y no se me ocurre cómo más), porque en últimas te preocupa. No soy tan espectacular como creía que me veías, de verdad, ni me siento poderosa por gustarle a alguien. Lo cierto es que me da pavor hacerle daño, y por esos y otros motivos realmente horribles, es un tema que prefiero evitar incluso para mí misma. Y de todas formas mi posición era bien complicada, me iba mal si te lo decía, y me iba mal si te lo negaba.

Lo de "pensar por tí"... ni siquiera vale la pena discutirlo, ya sabes por qué lo hacía y aún así insinuaste que lo que te expresé de lo que sentía por tí no era del todo cierto... Lo recuerdo bien.

Y en fin.
Ganaste. Me terminaste antes de que yo lo hiciera contigo, mantuviste tu récord perfecto, ¡¡¡¡ debes sentirte orgulloso !!!! El límite de mi terquedad de hacerte feliz fuiste tú. No hubo nunca más obstáculos, ni siquiera el maldito océano Atlántico. Nunca entenderé las razones por las que terminaste dudando de todo, ni te importan, ni me las darás. Tienes a todas detrás, no hay razón para que pierdas el tiempo conmigo en eso.

Gracias por todo, de todo corazón. En ese lapso tan inexacto me hiciste muy feliz, y espero que encuentres a quien te haga feliz a tí, te recuerdo con cariño y tu felicidad va a seguir siendo un poco la mía. En cuanto a mí, es mi problema. Lo debí entender desde siempre: Mi felicidad no puede depender de la de nadie más, porque evidentemente se me salen de las manos muchas cosas. Doy gracias a Dios por haber aprendido eso, y por haberte conocido.

Epicurea