25 de junio de 2010

Reflexión 6- De lo que me hace feliz



Bueno, por lo que hayan leído quienesquiera que hayan llegado a este portal, podrían pensar que soy una mujer triste y melancólica. No es cierto, simplemente cuando estoy en ese estado escribo, pues no es socialmente censurable descargar euforia en cualquier momento o lugar (guardadas las proporciones), mientras que desahogar rabia o tristeza se asume como una debilidad por lo que más o menos he entendido. Pues bien, afortunadamente mi blog me lo perdona todo, pero de todas formas a continuación publicaré una lista no- exhaustiva y no- ordenada de las cosas que me hacen feliz:

Dormir* El sol* Mis gafas de sol* La lluvia * Las fotos de la selección italiana con D&G* La risa propia y ajena* Ensayar una receta nueva* Que esa receta sea un éxito* The cure* Que las maromas de gimnasia salgan bien* Mis piernas* Mis faldas * Mi carrera* Keane y su vocalista Tom Chaplin* Las notas de "3" con sabor a "5"* Mis ojos color aguadepanela con limón* Mis tacones rojos* Mis tenis* La lámpara para leer al lado de mi cama* Los cuentos cortos* Las sorpresas felices que recibo* Las sorpresas felices que me esmero en dar* Las ventanas con vista a la calle* Mi pasado reciente en el paraíso* Los dulces espontáneos* El olor del pasto húmedo* El tacto del pasto seco* Sus atenciones y cuidados* Mi torpeza cuando no es nefasta* El merengón de fresa o melocotón que venden frente a las iglesias* El olor a pan recién hecho* Los días feriados* BLOGSPOT!* El desayuno en la cama* Las manualidades que salen bien* Los recuerdos que estimulan los sentidos* Sus brazos (presentes)* La razón cuando da frutos* La emoción a secas* El labial rojo* Los girasoles* Las preguntas que sé reponder* Las preguntas que no tienen respuesta (algunas)* La certeza* La duda* Mi pelo - más - oscuro* Las fresas rojas* Las ciruelas* Las manzanas* Sus brazos (ausentes)* El primer y el último día de clases* Barajar los naipes* La gelatina* Las vacaciones* Las galeías artesanales* Los perros calientes de establecimiento comercial portátil y de tracción humana* El chocolate blanco* Su aroma* Encontra billetes, notas o monedas en ropa que no uso hace tiempo* Montar en bicicleta* Mi nombre* Las prendas de vestir con cirugía (ilusiones ópticas puras)* Mis alas* El control remoto de la tele* Los ascensores* El buen cine* Los gramos que abandonan mi silueta* Las esperanzas* Mi perfume* Los aretes largos* Los sermones cortos* Ver a la mujer más hermosa del mundo en el espejo (a veces pasa)* Ver a la mujer más feliz del mundo en el espejo* Su ausencia* La pestañina* Mi aliento en la niebla* Los viajes por carretera* La vendetta, en especial cuando ocurre sin que tenga yo que mover un solo dedo* Las materias y profesores que NO voy a volver a ver* El deseo* Bailar* El pelo recogido* El pelo suelto* Cuando el agua llega a la sed* Las bienvenidas* Su mirada* Las saltinas* Las sillas libres en Transmilenio* Dormir en sus brazos* Mi MP3* Los desahogos con %$&#! * Los juegos de mesa* Las impresoras que obedecen ...

22 de junio de 2010

Cuento 12


En vista de que decidiste no salvarme de tu olvido, decidí recrearte, omitiendo, como era natural, algunos de tus defectos para que el resultado final se pareciera a lo que mis miopes sentidos ven en tí y tu ya ausente existencia.

Soy diestra, de tal forma que el lienzo fue mi mano izquierda, no por retenerte, no porque fueras mío, ni siquiera por sentirte así, pues no se puede encerrar algo que no se tiene, ni engañarse de semejante forma ha sido bueno jamás. la razón es más simple, quería poder llevarte a todas partes y verte fácilmente sin tener que buscarte en entre el desorden de mi maleta, de mis bolsillos y de mi memoria.

Me pareció prudente comenzar por tus pies, no sólo en contraposición al desorden que suele caracterizar nuestra forma de hacer las cosas, sino porque me gustaba de vez en cuando pensar que estaban en la tierra y por eso adoré tu forma de ver la vida, o que no lo estaban, y así se acercaban a los míos y por eso eras tan feliz conmigo. Fue relativamente fácil, pues tus zapatos como los míos andaban algo cubiertos de las consecuencias de andar a pie en el centro de la ciudad y la fe en la posibilidad de llegar lejos de ese modo, así que fue tomar algo de un lugar y ponerlo en el otro, en una miniatura que sólo yo entendería.

Siguiendo el orden de una forma estricta, seguían tus piernas. Objetivamente hablando son largas y no son delgadas del todo, pero les guardo un especial cariño porque apoyadas en tus pies llevaban el resto del peso de tu cuerpo a algún lugar cerca a donde yo estaba, y las sentía cerca a las mías cuando me abrazabas; y bueno, guardadas las proporciones, tus pantalones podrían llegar a ser similares a los míos, sólo algunos, pero me gusta la idea de tener eso en común aunque estemos ya tan lejos y simplemente sean dos versiones de lo mismo. Afortunadamente mi jean ese día tenía algunos hilos sueltos que se dejaron dar forma, y los puse encima de tus pies en el lienzo, porque las botas de tus pantalones eran lo suficientemente largas para que yo muy raras veces pudiera ver tus medias.

Tu torso... mal haría yo en negar que tenía algunos gramos de más de reservas, pero tampoco podría negar que los adoraba casi como al resto de tí, pues si no existieran te hubiera sido imposible envolverme casi completamente cuando me abrazabas o curarme el frío cuando me permitías recostarme al lado de tu corazón. Afortunadamente ese día tenía uno de los sacos que me conociste y te sentiste libre de abrazarme cuando lo tenía puesto. No tenía ya tu aroma, como era natural después de dos lavadas, pero de alguna manera me recordaba esos instantes, así que con algunas motas dibujé en la palma de mi mano izquierda tu torso y parte de tus brazos.

Como había empezado con los brazos, era más que necesario terminar las manos. Me robaron un suspiro cuando las quise dibujar, pues no tenía nada representaivo que poner ahí, y pues para ser franca había aplicado la técnica del "collage" porque no sé dibujar muy bien - con ninguna de las dos manos- y tuve que resignarme a dejarlas en mi imaginación para efectos de la obra de arte. Las recordé por unos segundos, y pasé mis manos por los lugares que las tuyas habían recorrido. Mi cintura, mi cuello y mi rostro ardían un poco, pues su piel echaba de menos tus caricias, y todo parecía indicar que la herida no había cicatrizado.

Para tu rostro tampoco tenía nada que ofrecer al lienzo, pero pasé saliva - saliva vacía pero con buena memoria- una o dos veces para que mi sangre la llevara hasta la palma de mi mano izquierda al lugar donde debería ir tu boca, y fue sencillo dibujar tu pelo desordenado con un esfero negro y el brillo de tus ojos oscuros con dos astillitas de cristal, que se enterraron tus ojos, y seguramente era esa la parte más fiel a la realidad, pues ni mi consciente ni mi subconsciente han podido desenterrar tu mirada de mi alma desde que entró por mis pupilas.

Me miré la mano una y otra vez, en diferentes ángulos, con la luz del sol y la luz de la lámpara, y no te extrañaba menos. Despegué las piezas con cuidado, las puse en un papel, lo guardé en la billetera, y seguí mi camino con la meta ausente, con una mínima tranquilidad de haber intentado mejorar la situación.