8 de febrero de 2011

Reflexión 11- Teoría de los celos


En mi teoría de los celos, aunque tengo la absoluta certeza de que cargo tu corazón con todas sus venas y sus arterias en mi bolsillo, me siento inconforme.

Lo cierto es que quisiera -de vez en cuando- ser yo la única brisa que te despeine, y ser -siempre- tus alas, la ternura y la lujuria en el núcleo de todas tus células... que mis palabras te sean eternamente suficientes, que mis ausencias empapen hasta la más soleada de las mañanas, que no puedas llenar el vacío siquiera en el jardín del Edén, y que mi vida terrenal y cualquier otra que ocurra sean suficientes para guardarte de todo mal y peligro.

Añoro enfermizamente ser la niña de tus ojos, la musa de tus esperanzas, la manzana del pecado, el vicio espléndido, la copa medio llena, la brisa de verano, la impaciencia, la paciencia, la existencia y el vacío.

No me importa si soy la indicada, la elegida, la perfecta, la novia, la presente o la ausente. Me conformo con ser la única, la que te llene los sentidos y los instintos y la que te nuble la razón con infinitos ecos.